Revista Qué
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En su comienzo, allá por 2013, la obra fue adjudicada a la UTE, formada por las empresas Teximco S.A. y Dal Construcciones S.A., por $ 103.608.163,94. Sin embargo, demandó un gasto de más de $ 167 millones, más del 75 por ciento del Presupuesto oficial inicial, que fue de $ 95.043.769,02.
Cabe señalar que la licitación se hizo con un anteproyecto en lugar de un proyecto, habiéndose iniciado la obra sin contar con un proyecto ejecutivo definitivo. Ello implicó que la DGOING debiera recurrir a contrataciones complementarias para controlar, inspeccionar y auditar la ejecución de los trabajos, los materiales, y dificultades técnicas del proyecto no resueltas en los pliegos.
En ese entonces, desde el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte, que el gobierno porteño disolvió a fines de 2019 y que estuvo dirigido por Franco Moccia dijeron a este medio que con la Cubierta Parque Roca “hubo un error al calcular el plazo inicialmente”, cuando Moccia no era ministro, y que “el proyecto por necesitaba de una atención especial, ya que es la primera vez que se va a montar un techo metálico móvil sobre un estadio en la región”.
También hubo dilaciones en el tiempo que se debieron a las modificaciones de obra, que implicaron demoras en la ejecución y sucesivas determinaciones de precio. Asimismo y no en vano los Pliegos de Condiciones Generales (PCG) previeron que el Gobierno podía requerir al oferente el listado de contratistas (nominarlos) en las ofertas, sobre todo en obras de ingeniería que exigían determinada especialización.
Esa previsión no fue tenida en cuenta al momento de la redacción y aprobación de los pliegos para la licitación. Además, en el informe final de CONITEC S.A., empresa responsable de la evaluación de la capacidad técnica y operativa de las subcontratistas, se detectaron diversas deficiencias, como ausencia de certificaciones de calidad emitidos por calificadores externos, falencias en el control de la cubierta y en los elementos de medición, además de ausencia de un plan integral de organización del montaje.
La magnitud del proyecto fue demasiado grande para la adjudicataria. Eso se desprende de una auditoría realizada por Consultora en Ingeniería y Técnica Industrial (Conintec) en diciembre de 2014: "La empresa [Teximco SA - Dal Construcciones] no acredita experiencia en la construcción y montaje de cubiertas metálicas.
Cointec SA recibió un pago de $321.255 por su "evaluación de la capacidad técnica y operativa de subcontratistas". No fue la única consultora contratada para fines similares: Consultécnica SA, Ingeniero Kechiyan y Leonor Bedel & Asociados también prestaron servicios una vez que el proyecto estaba en marcha. Para todos esos estudios se destinaron $3.000.000.
En el documento se detallaron los pagos realizados a la contratista hasta 2014 por $ 118.161.163; a ese monto debe sumarse, según fuentes de la Auditoría, $ 27.176.160 abonados en 2015 y $ 19.773.552 en 2016. La suma total pagada a Teximco SA-Dal Construcciones es de $ 165.110.876.
Desde el Ejecutivo tampoco solicitaron nuevas evaluaciones de Impacto Ambiental, por el movimiento de suelo perimetral del estadio provocado por una modificación del sistema de armado e izado de las estereoestructuras. Además, se detectaron incumplimientos referidos a la medición de indicadores de gestión en concordancia a la evolución de las condiciones de Higiene y Seguridad en la obra ejecutada.
Pasaron los años y el gobierno porteño debía insistir en la finalización de la obra que tantos dolores de cabeza le trajo para poder utilizar el estadio en los Juegos Olímpicos de la Juventud que se llevaron a cabo en octubre de 2018. Sin embargo, los plazos se extendieron y el estadio sólo supo ser utilizado para los deportes de lucha, judo, taekwondo, boxeo, karate y baile deportivo.
Durante los Juegos, el techo permaneció cerrado porque no llegaron a completar las pruebas en el sistema de apertura.
Cabe recordar que en 2016 se realizaron pruebas que consistieron en colgar 320 toneladas en cinco puntos diferentes de los dos arcos metálicos para analizar la resistencia. Los test demandaron nueve meses durante 2016 y fueron supervisados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Para el montaje final y el acondicionamiento integral del parque se destinaron otros $ 100 millones.
Se trata de una superestructura que está compuesta por dos arcos paralelos de 190 metros de luz y 43 de altura a la clave, separados 30 metros entre sí. Los arcos soportan la cubierta a través de doce pendolones y actúa como viga carrilera de los sectores móviles del techo.
Por su parte, los sectores fijos del techo están conformados por seis gajos en cada lateral. Se trata de un reticulado espacial de 2,50 metros de altura, que está colgado de los dos arcos y apoyado en un anillo perimetral de vigas y columnas premoldeadas.