Argentina
Jueves, 18 abril 2024
OPINIÓN
22 de junio de 2018

Es lo que hay

El presente de la selección argentina de fútbol es el tema de conversación obligada en las casas, las oficinas, cafés y restaurantes. ¿Por qué teniendo el mejor nos va tan mal? Quizá porque quienes acompañan a ese mejor están lejos de lo que significa la élite, y porque nos autoengañamos creyendo que tenemos lo que en verdad no tenemos.

Es lo que hay - Revista Que

Por HERNAN SANCHEZ

Soy maradoniano, pero me duele que hoy se ponga en el centro de la escena a Messi porque el pobre tipo no tiene un buen mundial y se ve obligado a jugar en un equipo donde todos los demás están a demasiados años luz de él. Para mí (y acepto opiniones en contrario) Diego fue y será por siempre el mejor, pero nunca estuvo tan solo como el 10 de esta era en cuanto a la jerarquía de los actores que deben acompañarlo en la obra. 

Sampaoli es un gran problema, pero no es “el” problema. Nuestra soberbia no nos deja ver lo obvio, lo que está a la vista de todos y nos negamos a aceptar. Y en eso espero una autocrítica de mis colegas periodistas que se dedican a cubrir deportes, y en particular fútbol.

En pos de no sé qué intereses (ni me importa), el periodismo de este país no puede salir de la soberbia que nos caracteriza a todos como sociedad, de creernos los mejores en todo siendo los mejores en muy poco, o en nada.

¿Por qué nos quieren convencer que jugadores absolutamente de cabotaje son cracs internacionales, grandes estrellas de un fútbol lejano? Nos mienten en la cara, consumimos esa mentira y nos la creemos como idiotas, sin siquiera ponernos a pensar un momento.

-¿En serio alguien cree que cualquiera de los tres arqueros que hay en el equipo son Fillol, Amadeo, Pumpido, Goicoechea, Islas o Roma? Ni Romero está a esa altura. 

-¿En serio alguien cree que Ottamendi (por ahí el único central en condiciones de ser titular en una selección que aspira a un mundial) puede acercarse a Passarella, Ruggeri o Brown? Ni siquiera le ata los cordones a Ayala, Luis Galván o Juan Simón.

-¿Alguien puede pensar que alguno de los laterales de esta selección es una décima parte de Zanetti, Tarantini, Sensini o Marzolini? Están demasiado lejos incluso de Chamot u Olguín. Ni el cuestionado Garré les debe envidia.

-¿En serio se puede decir que alguno de los muchos carrileros o volantes extremos que juegan en Argentina puede parecerse mínimamente al Pitón Ardiles (si alguien se atreve me las corto con un tomate) Simeone, Burruchaga, Maxi Rodríguez, Leo Rodríguez o Pedro Troglio?, por nombrar sólo algunos de una lista interminable.

-Aplauso, medalla y beso para Mascherano, que aun siendo el más veterano logra destacarse (ese sí supo tener verdadera jerarquía internacional). Pero, Biglia y Banega, ¿alquien puede insinuar siquiera que pueden ser un cuarto de lo que en su época fueron, en distintos estilos, Pipo Rossi, Rattín, Gallego, Redondo, Mancuso o Gago?, por mencionar nada más un puñado de un puesto en el que siempre abundaron y ahora no hay nada.

-¿Y de los delanteros? ¿Acaso estos “monstruos” que nos quieren hacer creer que tenemos se acercan siquiera a Kempes, Bertoni, Caniggia, Batistuta, Crespo o Valdano? Jorge Valdano fue en su época al Real Madrid lo que hoy es Cristiano. En la selección quedó opacado por un extraordinario Maradona, pero el hombre de Las Parejas fue uno de los delanteros más exquisitos que dio esta tierra. Soy de Boca, pero reconozco que hoy Pavón lo único parecido a Caniggia que puede tener es la inicial del nombre de pila. 

No me vengan con el verso de que no se puede comparar el fútbol de antes con el de ahora. Antes, ahora y siempre los cracs se destacaron por hacer algo impredecible, realizar una tapada o un quite providencial cuando todo indica que es gol en contra, o clavarla en un ángulo desde 35 metros. Y, fundamentalmente, antes, ahora y siempre en la selección deben jugar los que son capaces de acertarle más a un compañero en el pase (en lo posible hacia delante) que a un rival o a la línea del lateral.

Lo que nos deben decir (los que trabajan de esto) es la verdad, que estos buenos muchachos, millonarios por la generosidad de un mercado insólito que compra a precios siderales cualquier cosa vaya a saber con qué trasfondo, no son jugadores de selección, que son del montón. Y también deben decirnos que esta es nuestra realidad, triste y amarga realidad, que no tenemos los cracs que nos quieren hacer creer y que nos queremos autoconvencer que tenemos. No están, ni adentro de este plantel de 23, ni afuera. Salvo Messi, claro. Pobre Messi

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