La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) encontró varias irregularidades en la provisión de leche para las diferentes escuelas porteñas. Entre ellas, productos que no correspondían a ...
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La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) encontró varias irregularidades en la provisión de leche para las diferentes escuelas porteñas. Entre ellas, productos que no correspondían a la marca contratada y falta de provisión en casi el 30% de los establecimientos escolares.
La licitación contó con otra particularidad: tardó todo el año lectivo en ser adjudicada, por lo que el plan recién fue puesto en marcha durante 2014, aunque el trámite se inició el año anterior.
La empresa que se alzó con la li-citación fue Mastellone S.A., conocida popularmente como La Serenísima, que, junto con Sancor, controla cerca del 70% del mercado.
El tema de la licitación pública es bastante recurrente en los informes del control. En este caso, la AGCBA observó “una demora en el inicio del trámite del llamado a licitación para la contratación y distribución de productos lácteos que originó la aprobación de gastos que van por fuera de las normas vigentes”.
El trámite para el llamado a Licitación Pública (LP) se inició en enero de 2013, aunque fue recién en abril de ese año que se convocó efectivamente para el día 25 del mismo mes, por un monto de casi 74 millo-nes de pesos.
Cuando se abrieron los pliegos había un solo oferente: Mastellone Hnos. S.A. Para julio de ese año se agregó un informe que marcaba la diferencia entre el monto por el que se llamó a la licitación y el que ofertó la empresa (casi $ 88 millones), señalando como causante a la “situación inflacionaria”.
Finalmente, con fecha 21 de octubre de 2013 se publicó un decreto en el que se aprobaba la licitación por un monto de 78 millones. Ese año, el calendario escolar marcaba como final de clases el 17 de diciembre.
En los pliegos se estipuló que el beneficio era para los alumnos de jardín de infantes y escuelas primarias públicas.
En el ejercicio anterior, correspondiente al año 2012, hubo un contrato similar entre la empresa y el Gobierno.Ese fue el primer paso. La firma láctea, además, rubricó desde 2009 doce contratos con el Ejecutivo porteño, de los cuales el 70% corresponde a la cartera de Educación, que dirigía el actual ministro nacional Esteban Bullrich y que ahora se encuentra bajo el mando de Soledad Acuña.
La licitación forma parte del “Plan de Alimentación Escolar”, que incluye cinco comidas diferentes: desayuno/merienda; comedor/vianda; refrigerio; re-fuerzo alimentario y viandas en-viadas desde el hogar. Dicho programa depende de la Dirección General de Servicios Escolares.
Mastellone fue contratada para proveer parte de la primera de las cinco comidas mencionadas anteriormente. En el pliego se especifica que deberá brindar, por cada alumno, 200 cm3 de líquido (leche o yogur), y una unidad de sólido (alfajor o barrita de cereal), entre otros.
Sin embargo, la Auditoría descubrió que “la cantidad de productos que reciben las escuelas llega a cubrir entre el 72% y el 74% de la matrícula total de los 39 colegios auditados”, según sostiene el informe al que tuvo acceso Qué.
Estos datos surgen del análisis que realizó el organismo de control sobre la Dirección General de Servicios a las Escuelas, del Ministerio de Educación, durante 2013.
Se destacó también que “en los desayunos hay un 29% más de componentes sólidos, mientras que en la merienda, ese número trepa al 19%”. Para ponerlo en ejemplo, en la escuela primaria 15 del distrito escolar 17 hay 656 alumnos. Pese a ello, “se le dieron 325 raciones de leche y yogur y 640 unidades de sólidos”.
La pregunta es: “¿Deciden por sorteo o por piedra, papel o tijera quiénes van a quedarse sin tomar líquido?”, dijo, de forma irónica, a este medio uno de los auditores que confeccionaron el mencionado informe.
Durante 2013, la Dirección en cuestión “entregó 174.827 litros de productos lácteos en 1.010 instituciones educativas”. De ese total, la Auditoría relevó 39.
Falta de control estatal
Esa no fue la “única perlita” que encontró el cuerpo de auditores. Según pudo constatar la AGCBA, “la Dirección General de Higiene y Seguridad Alimentaria tomó escasas muestras de los productos lácteos que están en las escuelas para ser consumidos por los niños”. Se relevaron 40 de 1.010 escuelas, lo que hace un total de tan solo el 3,96%.
Cuando se le preguntó al ente auditor qué criterio utilizó para elegir esas instituciones, la respuesta fue que “depende de la disposición de un vehículo para el traslado de muestras y de dónde queden los establecimientos”.
Del muestreo se desprende que “se encontraron productos cuyas marcas no son del proveedor adjudicatario”. Hecha la ley, hecha la trampa Dentro del informe también se enunciaron algunos casos en los que la empresa distribuyó un producto diferente, de menor precio, del acordado en el contrato.
En el jardín maternal “Dientito de leche”, por ejemplo, se encontró leche entera Verónica y yogur
La Suipachense, cuando el ganador de la licitación fue Mastellone S.A. En lo que respecta al yogur, Mastellone vendió su participación en ese rubro a la francesa Danone S.A. a mediados de los ‘90.
Entre esos productos existe una dife-rencia de precio de, como mínimo, 30%, dependiendo del valor que se tome.
Por ejemplo: el litro de leche entera Verónica cuesta hoy en día, según el listado de Precios Cuidados, $ 13,99, mientras que el mismo producto de La Serenísima cotiza a $ 18,10.
En lo que respecta al yogur, el Yogurísimo de 185 gramos tiene un valor de $ 15, mientras que el de
La Suipachense cuesta $ 12. El Gobierno de la Ciudad dejó de publicar las prorrógas en el contrato en el Boletín Oficial, que solamente registra los rubricados hasta el año 2013, período que fue analizado por la Auditoría.
Comida sin controles
En el Ministerio de Desa-rrollo Social sucedió una situación similar. El programa “Víveres secos” tenía como objetivo proveer a grupos y comunidades. Para ello se contrató a va-rias firmas. Entre las irregularidades que detectó la Auditoría General de la Ciudad se encuentran,
por ejemplo, que Sistemas Alimentarios S.A. realizó sólo tres controles de los doce exigidos; mientras que Codyela S.A. cumplió con el 42% de lo debido, al igual que la firma Teylem S.A. Codyela S.A., por su parte, “tenía los alimentos en un depósito cuya temperatura ambiente superaba los 29°C”, según consigna el informe del organismo.
Cifras irrisorias
Las multas a las empresas prestadoras de servicios de alimentos son habituales en el Boletín Oficial de la Ciudad; sin embargo, ninguna de ellas supera el 1% del costo de la licitación. Por ejemplo: Cliba, que es parte del contrato por la recolección de residuos, fue sancionada con $ 20.000 por cinco multas. El contrato que tiene con la Ciudad es de $ 4.000 millones.
LEA LA NOTA COMPLETA EN LA EDICIÓN IMPRESA Nº 71 DE QUÉ